Creemos en
las sagradas escrituras que nos fue dada por inspiración del
Espíritu Santo y es útil para enseñarnos la verdad, hacernos
comprender las faltas cometidas en la vida y ayudarnos a llevar una
vida recta.
Creemos en
un solo Dios viviente, eterno y verdadero, existente en tres
personas: Dios el Padre, el Hijo de Dios y el Espíritu Santo de
Dios.
Creemos en
el Padre creador del cielo y la tierra, cuyo amor condescendiente
manifiesta en el plan de salvación.
Creemos en
la Deidad de nuestro Señor Jesucristo, eternamente engendrado del
Padre, en su nacimiento virginal, y único mediador entre Dios y los
hombres.
Creemos que
el Espíritu Santo procede eternamente del Padre y del Hijo,
representante único de Cristo sobre la
tierra.
Creemos en
la justificación por la gracia mediante la fe en Cristo, que habita
en los hijos de Dios. La salvación es un don de
Dios.
Creemos en
la muerte vicaria y redentora de Jesucristo en la cruz mediante el
derramamiento de su sangre, en su resurrección corporal, en su
ascensión para sentarse a la diestra del Padre y en su inminente
retorno con poder y gloria.
Creemos en
el nuevo nacimiento, no de la carne sino del espíritu a través de
la regeneración por medio del Espíritu de
Dios.
9. Creemos
en una iglesia elegida, reunida de entre de todas las naciones, una
santa, universal y apostólica.
Creemos en
que somos familia de Dios, sacerdotes del Rey, nación santa, pueblo
adquirido por Dios, para que proclame la excelencia de aquel que
los llamó de las tinieblas a su luz
admirable.
Creemos en
la resurrección de los muertos tanto los salvos como los perdidos:
los salvos se levantarán para resurrección de vida y los perdidos
para resurrección de condenación.
Creemos por
igual en la absoluta soberanía de Dios y el libre albedrío del
hombre, los cuales no son contradictorios sino
complementarios.
Creemos en
la familia como institución establecida por Dios para la
preservación de la sociedad, sobre el fundamento del vínculo del
matrimonio, y en la indisolubilidad de este, salvo las dos causales
bíblicas de divorcio: adulterio irremediable o abandono definitivo
del cónyuge inconverso.
Creemos que
Dios, como nuestro creador, es el dueño absoluto de todas nuestras
posesiones en la tierra. Dios le ha otorgado a las personas la
autoridad para ser mayordomos de esas posesiones y la
responsabilidad de manejarlas fielmente, de acuerdo a los
principios bíblicos.
Creemos en
la igualdad de derechos de todos los seres humanos y en la
promoción de la justicia y la misericordia hacia los necesitados
por medio de la función social del capital.